Billy Idol reinventa su legado y nos hace soñar en su nuevo disco.

Billy Idol regresa con "Dream Into It", su primer álbum de estudio en más de una década, consolidando su legado como una de las figuras más icónicas del rock. A lo largo de sus nueve pistas, cada canción representa un momento clave en su trayectoria, ofreciendo una combinación de energía y reflexión. Desde el primer sencillo, "Still Dancing", Idol deja claro que sigue en pie, celebrando su historia sin perder la esencia que lo convirtió en leyenda.

El álbum cuenta con colaboraciones de artistas como Joan Jett, Avril Lavigne y Alison Mosshart, quienes aportan matices interesantes a la producción. "77", junto a Lavigne, es un homenaje a la explosión punk de 1977, mientras que "Wildside", con Jett, explora los excesos y la actitud desafiante que han marcado la carrera de Idol. Estas colaboraciones refuerzan la conexión del artista con distintas generaciones, demostrando que su influencia sigue vigente.

Musicalmente, el álbum oscila entre el sonido clásico de Idol y una producción más pulida, con elementos de pop-rock que, en algunos momentos, suavizan su característico filo punk. Canciones como "Too Much Fun" y "People I Love" funcionan como confesiones sobre los excesos y las relaciones afectadas por su vida en el rock. Cada pista actúa como un capítulo de su biografía musical, explorando los altibajos que han definido su camino.

A nivel lírico, Idol se muestra más reflexivo que en trabajos anteriores. Temas como "John Wayne" y "Gimme the Weight" profundizan en su madurez y el peso de su legado, mientras que Still Dancing cierra el disco con una declaración de resistencia: sigue aquí, sigue creando, sigue bailando. Esta introspección le da al álbum una profundidad que lo distingue de sus producciones más explosivas.

En definitiva, "Dream Into It" es un testimonio de longevidad artística. Aunque no alcanza la intensidad de sus discos más emblemáticos, es una obra que celebra su historia sin caer en la mera nostalgia. Billy Idol demuestra que, a sus 69 años, sigue siendo un narrador de su propia leyenda, con la misma actitud desafiante que lo convirtió en ícono del rock.